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Todos los actos que cometemos tienen consecuencias. Pueden ser tan grandes hasta el punto de que pierdas una amistad valiosa, o pueden ser tan pequeñas que ni siquiera te percates de ellas. Si son grandes, al poco tiempo, llega el arrepentimiento; el sentimiento de querer volver atrás para cambiar las cosas, no poder hacer prácticamente nada para arreglarlo y esperar a que llegue el conformismo y acabes aceptando que has metido la pata y que las consecuencias están ahí. Y es que nunca sabrás a ciencia cierta como saldrán todas esas decisiones que tomas cada día, de ahí el arrepentimiento. Aunque en realidad, ¿de que sirve arrepentirse? Si la verdad es que no puedes hacer nada para arreglarlo y cambiarlo. Lo mejor es dejar de pensar en ello y seguir para adelante, que de todo lo malo SIEMPRE, sale algo bueno. SIEMPRE.